Lunes, 6 de Mayo de 2024

Ducoté y el marido de la diputada Campagnoli complicados por el fraude al Estado

Tras la evidente rotura de calles inauguradas por la gestión de Nicolás Ducoté durante su campaña electoral, surgen ahora las pruebas de las muchas irregularidades en torno a la obra pública y el desfalco a las arcas municipales.

27-01-2020



Lo que se sospechaba cuando comenzaron a inaugurarse obras que a todas luces no contaban con el tiempo suficiente de ejecución ni con la calidad de obra y materiales adecuados, comienza a comprobarse ahora cuando a poco más de un mes de haber terminado su mandato salen a la luz varios casos que revelan el polémico proceder que el ex Intendente de Pilar, Nicolás Ducoté y su Secretario de Obras Públicas, Guillermo Iglesias, llevaban adelante.

Iglesias es el esposo de la actual diputada Nacional Marcela Campagnoli, quien desde que Cambiemos dejó la gestión busca avanzar a toda costa con un discurso de defensa de la justicia y la transparencia. Lo contradictorio es que al mismo tiempo que eso sucede se conocen las pruebas que confirman cómo en estos 4 años su esposo y el ex Intendente PRO formaron parte de una sociedad en la que a través de la obra pública se perjudica al erario público y se incurre en el fraude al Estado.

El caso que se comprueba ahora es el de la calle Argerich, una importante arteria que conecta la Ruta 25 de la localidad de Villa Rosa con la Panamericana que atraviesa Pilar. Una obra que la gestión saliente terminó de hacer en diciembre, pero que, llamativamente con las últimas lluvias, quedó totalmente tapada por el agua, sacando a relucir los burdos errores que hubo en su construcción. Casi 10 cuadras de una vergonzosa estafa que Ducoté cometió con los vecinos, y que se confirma en una carta en la que el ex Intendente deja sus propias huellas digitales marcadas.

Dirigida a la empresa constructora, a Vialidad y a Autopistas -los tres actores intervinientes en la ejecución de la obra- la carta muestra cómo Ducoté estuvo dispuesto a avanzar sobre los trabajos de la calle Aregrich, aún sabiendo que lo que dejaría era una obra de pésima calidad.

"?Para este municipio resulta primordial la ejecución de dicha calle, con sus correspondientes desagües", sostiene la misiva que lleva la firma del propio Ducoté, en la que reconoce además que "los tiempos de análisis, aprobación y autorización de ejecución de dicho proyecto en el sector de zona de autopista no se corresponden con los establecidos para la ejecucipon de la presente obra", y en base a eso, solicita que se construya de todos modos la calle Argerich entre la Rita 25 y la colectora de Autopista.

Ducoté le asegura al administrador de la Dirección de Vialidad de la Provincia que el municipio se haría responsable de obtener las autorizaciones de conexión con el sistema de drenaje y que abonarían los costos de esos trabajos, al tiempo que reconoce que Vialidad Nacional y la Concesionaria de la Autopista le habían negado antes la aprobación del proyecto hidráulico por lo que adelanta que el municipio se haría cargo de la confección de proyectos de desagües complementarios alternativos. O sea, no tiene aprobación para avanzar con la obra; no tiene un proyecto de obras complementarias adecuado; no está en condiciones su propuesta para evitar al anegamiento; no tiene la autorización otorgada para conectarse a la red de drenaje, pero de todos modos solicita avanzar con la obra que desea mostrar terminada para cuando se ponía en juego su sillón en la intendencia.

El caso de esta calle no es más que la prueba fiel de todo el polémico proceder de Ducoté y el esposo de la diputada Campagnoli, quienes desesperados por cortar las cintas durante la campaña electoral, fueron capaces de hacer las peores barbaridades con la obra pública de Pilar.

Así quedó también en evidencia con todos los asfaltos que, a lo largo y ancho del distrito, y con las primeras lluvias de diciembre, se vinieron abajo porque las obras no se habían hecho respetando los tiempos ni las condiciones. Aún peor, y tal como se ve en el documento que se conoció de la calle Argerich, pautaban con sus proveedores para deslindarlos de todo tipo de responsabilidad y así poder avanzar. De hecho, se supo que las garantías de varias de las calles que se hundieron ya no servían porque aceptaron que las empresas bajaran los tiempos de garantía de 1 año a sólo 6 meses.

Ducoté y el matrimonio Iglesias-Campagnoli no son otra cosa que un ejemplo más a la tan criticada patria contratista que tanto mal le hizo a la Argentina.
Esto es sólo la punta de un ovillo que día tras día arroja pruebas que revelan un entramado aún más complejo donde además de calles rotas deja al descubierto evidencias contundentes que involucran a los funcionarios en lo que claramente es una defraudación a las arcas municipales.

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